Sin vicio no puedo estar



  El verano había tardado en llegar, pero se diría que lo que había estado haciendo era coger impulso para quedarse más tiempo. Yo tenía la esperanza de que, al volver de vacaciones, lo peor del calor ya habría pasado. Y que no tendría que sudar la gota gorda cacheando sucias celdas mal ventiladas, ni que dar vueltas en la cama buscando que la tenue brisa que se pudiese colar por la ventana  de mi habitación  me secase el cuerpo. Esperaba en vano, claro.

 Porque las cárceles nuevas se construyen en sitios donde el terreno vale poco o nada. Lugares donde hace mucho frío, o mucho calor. O ambas cosas. O que quedan en el quinto pino.
 Y esta es una cárcel nueva, y en este secarral donde está situada hace mucho calor en verano y mucho frío en invierno. Y queda en el quinto pino. Y como en este terreno yermo no se dan bien ni las piedras, a la SGIP le salió muy barato comprarlo y construir este centro. Y si eso supone mandar a los funcionarios a algo que casi se podría considerar el destierro, pues se mandan. Si querías algo cerca de casa haber opositado a la administración local.
  Así que aquella mañana, a pesar de que ya era septiembre, el termómetro de la pared del patio se acercaba peligrosamente a los cuarenta grados,  y se podía percibir a simple vista cómo subía el mercurio de su interior. Un poco más y empezaría a hervir, si es que el mercurio puede hervir. Buena pregunta.
  A mi lado Raúl, mi compañero, amenazaba con quedarse dormido en su silla. El aire acondicionado de la cabina de patio donde encontrábamos ayudaba a ello, sobre todo cuando el calor no te ha dejado pegar ojo por la noche. Pero quedarse dormido así, sentado, es algo malísimo para las cervicales, así que decidí hacer algo por él e impedirlo. Porque eso también es compañerismo.

 - ¿Tu sabes si el mercurio puede hervir?-, pregunté. Raul dio  un respingo, irguiendo la espalda y abriendo los ojos como platos a la vez. Me miró, bizqueando.
 - ¿Que dices?.- Croó aturdido, mirando al patio sin saber qué buscaba.
 - Que si sabes si el mercurio puede hervir.- Raul dejó de mirar el patio y volvió a mirarme a mí, incrédulo.
 - Pero, ¿Y eso a qué coño viene?.- Me espetó, casi gritando. Me encogí de hombros.
 - No sé. Se me ocurrió.- Raul negó con la cabeza, como apartándome de sus pensamientos. Buscó un  pitillo en su mochila, porque finalmente no había conseguido dejar de fumar*, y se fue hasta el fondo de la cabina de funcionarios a encenderlo, para no molestarme con el humo.

  Yo me quedé frente a la cristalera, vigilando el patio. Como siempre que el tiempo lo permitía, varios internos aprovechaban el sol para broncearse, tumbados en toallas. Uno de ellos, precisamente el que estaba ante mí, a unos diez metros, era la Mari. Sonreía, con los ojos cerrados. Parecía feliz.

 A su derecha apareció Luca. El último año en la cárcel no le había sentado bien, porque un año en la cárcel no le sienta bien a nadie. Su mirada angelical se había borrado al mismo tiempo que sus abdominales, pero en el fondo de sus ojos seguía anidando la sombra del mal. Y la amargura de la falta de libertad había pasado factura a su rostro, dejándole una permanente mueca de asco. Como si en el café te hubieran echado leche cortada.
 Luca se acercó a la Mari y le dijo algo, algo que no pude oír desde dentro de la cabina de funcionarios. Mari se acodó para recortarse, y le contestó a su vez. Luca sacó un paquete de tabaco, y se lo ofreció a Mari con un gesto. Mari negó con la cabeza. Luca insistió, sorprendido. Mari volvió a negar. Y, por fin, Luca se marchó. Parecía contrariado.

 Me giré hacia Raúl, que disfrutaba a grandes caladas de su cigarrillo.

 - Parece que la Mari ha tenido más éxito que tú en esto de dejar de fumar.- Raul me miró a través de una nube de humo azul.
 - Sólo a medias-, contestó con tono sarcástico. -Sigue fumando pitillos, pero ha dejado las farias. O eso se comenta en el patio.-
 - Bueno,- contesté, después de un rato.-Siempre está bien quitarse de un vicio. ¿A ti las farias no te van?-
 -Vete a tomar por culo.-
  Seguí vigilando el patio.



* Ver 'Ola de calor'




Comentarios

  1. Acabo de leer todo tu blog después de haberme leído el hilo de forocoches.

    Hace poco que me he decidido a opositar y todas las historias leídas me han servido para ir con más ganas (pese a tu tedio��) y aunque no lo creas y gracias a tus detalles normativos algo he aprendido, cosa que ha día de hoy me viene bien para los supuestos.

    Gracias y sigue así.

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  2. No se que decir... Supongo que sólo con que una de mis chorradas te ayude a sacar mejor nota en un supuesto, todo este blog habrá servido para algo. Muchas gracias por tus palabras, ánimo y suerte.

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