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Sensible

  El carro con las comidas de los internos del módulo de aislamiento avanzó lentamente un par de metros más, y se detuvo. Ante él, la puerta enrejada vibró un poco, y se empezó a descorrer lentamente, con un intenso zumbido eléctrico, hasta dejar una abertura de alrededor de metro y medio.    Servando, el argentino bajito y regordete que ocupaba el puesto de ordenanza de comidas del módulo, gruñó levemente al dar el primer empujón al carro y ponerlo de nuevo en marcha. A su lado Jesús, un murciano que en la calle había sido  portero de discoteca y que ahora era el cabo, el jefe del equipo de ordenanzas, le ayudó con una de sus enormes manazas. El carro franqueó la puerta, seguido de los dos internos que lo empujaban, y detrás de ellos pasaron los dos funcionarios encargados del reparto de comidas. Apenas hubieron entrado en la esclusa de la galería principal, una estancia rectangular de unos cinco metros de largo por dos de ancho, la pesada puesta electrónica pintada de blanco se volvi

El Sustituto IV

    Y finalmente, Pilar y Jorge se habían quedado solos. Eso no iba durar mucho.     Pilar tenía la impresión, no del todo errónea, de que cada vez que miraba a Jorge se le quedaba cara de tonta. Y eso era algo que había que evitar. Así que se levantó, cogió una tablilla de notas y un par de bolis, más por costumbre que porque los fuese a necesitar para algo, y ya desde la puerta le espetó a un Jorge perplejo ante un despliegue de actividad tan repentino:   - ¿Qué?¿Te vas a venir a trabajar o te vas a quedar ahí?.-  Jorge saltó como un resorte.  -Si, claro. Voy.- Y salió corriendo tras ella, que ya avanzaba por la mitad del pasillo.       Dejados de mala manera en una estantería que cubría la pared derecha del pasillo, Pilar no pudo evitar ver los expedientes que ella misma había sacado del fondo de una archivador esa mañana. 'Así que el tío ni siquiera ha tenido la vergüenza de ir a un módulo a hacer que hace algo...' . Pilar tuvo una inspiración.   -Oye... ¿Jorge, te llamabas

el Sustituto III

Aquilino se ajustó las gafas ligeramente con el índice de su mano, y continuó. Un poco más por Jorge, porque Pilar ya conocía de sobra la mayor parte de lo que dijo.   - Con todo el jaleo de la inauguración del centro, aún hay muchos puestos por cubrir. Entre ellos, uno de los de profesor. Se supone que ahora ya no los ocupa personal de Instituciones Penitenciarias.- explicó dirigiéndose a Jorge, que lo miraba fijamente con sus ojos negros muy abiertos. Unos ojos preciosos, pensó Pilar, que se volvió a dar cuenta de que llevaba más de dos minutos sin quitarle la vista de encima, y que decidió encender su ordenador para forzarse así a mirar a otro sitio.- Ahora los profesores son del Ministerio de Educación, o lo eran. Porque con todo esto del traspaso de competencias, se supone que nos los tiene que proporcionar la Junta. Pero aún no lo ha hecho,- finalizó Aquilino, con un gesto de cansancio.  - Total, que no tenemos a nadie que nos dé las clases de matemáticas de EGB. Y he