Tráfico interno IV




La puerta de la Jefatura de Servicios estaba abierta, así que entré sin llamar. Sentado en su despacho, Jorge almorzaba un sandwich de pavo. Saqué el vibrador de la bolsa en la que había tenido la precaución de esconderlo, y lo posé ante él, en su mesa. Vertical y magnífico, erguido sobre su base.
 Jorge abrió un poco los ojos, en un gesto de contenida sorpresa, y me miró en silencio, mientras daba un bocado a su almuerzo y comenzaba a masticar.

- ¿Que hacemos con ésto, Jefe?.- Pregunté directamente. Jorge siguió masticando despacio, mientras observaba la 'herramienta' con aire pensativo. Finalmente, tragó el bocado de pan y pavo.
- Nada, espero. Al menos así en frío. Pero si empiezas con un besito...- Y me miró burlón.
No pude evitar reírme. La verdad es que mi pregunta no había sido la más adecuada. Moví una de las sillas del despacho y me senté ante él.
- Bueno, lo que quería preguntarte es si esto es un objeto prohibido.- Jorge posó su sándwich sobre una servilleta que, extendida en el plano de la mesa ante él, le servía de mantel. Meditó su contestación.
- Tanto como prohibido... No recomendado, en todo caso. O sea, yo no le recomendaría a nadie introducirse eso. Pero es una opinión mía. En el reglamento de régimen interior no me parece que ponga nada sobre este tipo de aparatos.-
- Supongo que no se les habría ocurrido pensar en esto cuando lo redactaron,- tercié- pero es un aparato electrónico.- (Todo tipo de aparato electrónico es objeto de una especial atención dentro de las instituciones penitenciarias). Pero Jorge también tenía una respuesta para mi duda.
- Si, pero lo importante es, ¿sirve para conectarse con el exterior?.- Aquí estuve rápido.
- Lo veo más de conectarse en el interior.- Ambos sonreímos, y el Jefe continuó.
- Bueno, pues eso. Que para comunicarse con el exterior no sirve. Ni tiene radio, ni recibe internet, supongo.-
- Es que ya sería la hostia. Un centro de ocio integral, todo en uno. Me lo pido... Vamos, que no lo retenemos. Se lo devuelvo.- Jorge se encogió de hombros.
- Pues si... Qué remedio, chico. No sé.- Jorge dudaba. Algo rondaba por su cabeza, pero aún así comencé a guardar el aparato en la misma bolsa de plástico en la que lo había traído. Ya me había puesto en pié para irme, cuando Jorge finalmente soltó lo que se le había ocurrido.
- Tampoco creo que sirva para almacenaje de datos. ¿Has comprobado si tiene puerto USB?. Lo mismo es un disco duro camuflado.-
Mi cara debió resultar muy expresiva, porque Jorge pareció ruborizarse. De repente, su idea le debió parecer completamente estúpida.
- Hombre jefe, duro es. Pero no parece un disco. ¿Y para qué iba a servir un vibrador con USB?.- Jorge asintió. No parecía tener demasiado sentido.

 Abandoné la Jefatura de Servicios, con la esperanza de no encontrarme con ningún compañero en mi camino al departamento de ingresos. Las largas horas de tedio vigilando el patio o las cámaras de vigilancia convierten al funcionario de prisiones medio en un individuo ávido de estímulos, deseoso de encontrar algo, lo que sea, que lo saque de la rutina. Somos capaces de reírnos de cualquier memez, y lo único que hace falta para convertir una tarde de un domingo cualquiera en un festival del humor es,por ejemplo, un funcionario paseando con un cipote negro sujeto bajo la axila.

Pero en fin, tuve suerte. No me encontré con nadie, y al llegar a ingresos, Vanessa ya había terminado con el cacheo. El petate y la mochila de Rubirrosa estaban metidos en un viejo carrito de supermercado de los varios que utilizábamos para llevar cargas pequeñas de un módulo a otro. Metí el consolador en la mochila, sin sacarlo de la bolsa.
- ¿No se lo retenemos?.- preguntó, con cara de asombro.
- Si no lleva teléfono incorporado, no.- Contesté en plan casual. Vanessa pasó del asombro a la incredulidad. Era gracioso, una sorpresa más y los ojos se le caerían al suelo.
- ¿Hay cacharros de esos con teléfono incorporado?.- La pobre no daba crédito.
- No lo sé. Pero si algún día te encuentras uno, que sepas que es un objeto prohibido.- Indiqué a un ordenanza que guardase el carrito bajo llave, y salí del departamento.
 Vanessa se quedó dentro, rascándose la cabeza.




Comentarios

  1. Gracias por los post son muy entretenidos
    te escribe un opositor que de vez en cuando lee esto cuando le faltan las ganas para seguir estudiando.

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  2. ¡Muchas gracias! Desgraciadamente tengo mucho menos tiempo para escribir del que me gustaría. Me alegra mucho que mis relatos te entretengan, y espero que en breve los puedas vivir por ti mismo. Ánimo y suerte.

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