Cuando el amor llega asi, de esta manera...

  ''Cuando miro tu afoto
    y veo tus ojos morena
    pillo a mi machaca*
    y me lo quilo* en mi celda''
(Poema leído en el exterior del sobre de una carta dirigida por un interno a su pareja)



 Eran casi las dos de la madrugada. En la oficina del módulo 5, vuestro amigo Jaime, el Funcionario de Prisiones, luchaba contra el sueño tirado en un sillón, bueno, digamos 'vintage'. En el televisor, un inglés con pinta de militar y ropa del Decathlon me enseñaba a sobrevivir comiendo mierda de ciervo. Si un día me llego a ver en esa tesitura, pensé, pongo a secar el zurullo, lo afilo contra una piedra, y me corto las venas con él. El timbre del teléfono me apartó, por suerte, de tan sombríos pensamientos.

    Era el Jefe de Servicios. Según me dijo, lo acababa de llamar el  Guardia Civil al mando de la vigilancia del perímetro para informar que un interno estaba hablando a gritos con una persona de la calle. Le contesté que daría una vuelta a ver, y colgué. Cogí del perchero el forro polar del uniforme, una prenda con la característica casi milagrosa de no abrigar demasiado si hace frío, pero a la vez causar una enorme transpiración que retiene en su interior, humedeciéndose. Consigue hacerte sudar sin calentarte, y se moja por dentro al no ser permeable. Me pregunté si poniéndomelo al revés conseguiría una mayor eficacia. El caso es que me cubrí con él, cerré la cremallera hasta arriba con los alares del cuello bien subidos, me calé una gorra de lana negra, y saqué la linterna de su cargador. Salí al exterior. Hacía frío, y el agua de los charcos, helada, formaba un resbaladizo espejo. Tendría que haber cogido el 'walkie', pensé. Si me cayese allí podría morir congelado antes de que nadie se diese cuenta. Por supuesto, entre esa opción y la de dar media vuelta para entrar a por él, seguí adelante.  Supongo que mi vida no vale los dos minutos que perdería regresando.

  Fuera, en el patio de uno de los talleres del módulo, no se oía nada. Por encima del muro exterior, visibles a través de las concertinas de alambre de espino, se levantaban varios bloques de viviendas, de unas cuatro plantas de elevación. En uno de ellos, casi frente a mí, una sombra femenina se recortaba contra la iluminación interior, en una ventana abierta.
 
  - ¡Cari, que te voy a echá musho de menoh ehta noshe...!!- A pesar de que no podía distinguir sus rasgos, por el movimiento de los hombros de la silueta y el lugar de donde procedía la voz no me cupo duda de que era ella quien había gritado. Me desplacé unos metros a mi derecha, para poder ver al completo la fachada del módulo. Había varias ventanas iluminadas, pero durante unos segundos, la luz procedente de una ventana de la primera planta se vio bloqueada por un cuerpo humano.
  - ¡Venga chocho, métete ya a dormir, que te va a coger frío!-. Suficiente. Era la celda siete de la galería cinco. Me encaminé a la puerta de entrada al módulo. Una tercera voz, anónima, puso fin a la conversación desde otra ventana.
  - ¡Eso digo yo, cojones ya!-

  Subí rápidamente un tramo de escaleras, abrí la verja de entrada a la galería, y avancé sigilosamente hasta la cuarta celda de la pared izquierda del pasillo. Me encaré a la puerta y corrí la mirilla, una portezuela corredera metálica de unos diez centímetros de lado que permite ver el interior de la celda a través de un pequeño cristal de seguridad. La corredera estaba medio atascada, y tuve que usar las dos manos para deslizarla. Y eso a pesar de que no hacía ni un año que las habían instalado. Hasta entonces te la jugabas en el 'glory hole', observando por una mirilla redonda mientras rogabas que al interno no se le ocurriera intentar pincharte el ojo con un boli. Sí, alguna vez ha pasado. Es jodido.

  El interior estaba a oscuras, así que accioné el interruptor exterior. El tubo de neón se encendió al instante, señal de que había estado funcionando hasta hacía poco rato. Dentro, los dos ocupantes estaban en las camas individuales, completamente tapados por las mantas. Golpeé la puerta un par de veces con la base de mi linterna, y lentamente asomaron un par de cabezas. Beria, un ruso de veintipocos años al que su pelo rubio y sus ojos rasgados hacía aparentar quince, y Ródenas, un español de la misma edad, pero que sí la aparentaba. Fingían haber sido despertados, bostezando exageradamente y frotándose los ojos, pero a mí no me la iban a colar.

  - Ródenas, ¿Qué cojones haces gritando por la ventana?-
  - No, señor funcionario, yo no...-No le dejé acabar la frase.
  - Sí, Ródenas. Tu sí. ¿Llamo al Jefe de Servicios y hablamos los tres?.- Ródenas bajó la vista un instante y se dio por vencido.
   - Perdone, don Jaime. Es mi novia, que se ha cogido un piso de alquiler aquí enfrente, para que podamos estar cerca y..- Lo dejé hablar durante un minuto. Me soltó un rollo sobre amor, nostalgia, soledad y nosequé historias más. Era enternecedor, qué coño, y lo cierto es que me ablandó un poquito. Pero en este mundo, al blando lo muerden más duro. Cuando me pareció suficiente, lo interrumpí.
   - Mira Ródenas, por mí de puta madre. Pero como vuelva a oír una voz, a ti te cae un parte y se acabó salir de permiso en seis meses. Y como me caliente, llamo a la Guardia Civil para se pase por casa de tu chica a pegarle el toque. ¿Estamos?.-
   - Si, estamos, estamos.- Cerré la mirilla sin despedirme y bajé a mi despacho sin molestarme en apagar la luz. Que se levantasen y la apagasen ellos. En cuanto llegué a mis aposentos, me libré del puñetero forro polar, que ya empezaba a humedecerse, y llamé a Jefatura a dar la novedad. Y así quedó la cosa.

   Una media hora después, el Jefe nos convocó a todos para hacer una ronda. Hacer la ronda consiste, para los que no os dedicáis a esto, en dar una vuelta por toda la prisión para comprobar, principalmente, que no hay una cuerda hecha de sábanas atadas  colgando de una ventana con los barrotes serrados. Así que me volví a pertrechar, me acerqué hasta Jefatura, y junto al Jefe y otros dos o tres compañeros nos dimos una vuelta por todos los módulos. La diferencia con una ronda normal fue que, como hacía un frío  que pelaba, cuando pudimos hicimos la ronda por dentro de las galerías y no por fuera.   Al llegar a la celda siete de la galería cinco, el Jefe decidió comprobar si Ródenas se había echado a dormir. Abrió la portezuela sin hacer ruido (el hecho de ser bastante más fuerte que yo se lo permitió), miró al interior del chabolo, y con una sonrisa de medio lado me hizo una seña para que me acercase. Se echó a un lado para permitir que me asomara a la mirilla. El interior de la celda estaba completamente iluminado, porque se ve que no habían tenido ganas de apagar la luz después de mi marcha. Y en la cama del fondo, de rodillas y dándonos la espalda, Ródenas empujaba con fuerza contra la rabadilla de Beria, a cuatro patas y delante de él.

  Me aparté, decepcionado. Ródenas había conseguido enternecerme con su rollo de soledad y ausencia.
  - Hijo de puta...- Musité.- Pues menudo rollo me acaba de soltar de que su novia esto y lo otro, y míralo.- El Jefe sonrió, sardónico.
 - Bueno, seguro que está pensando en ella mientras se folla al ruso.- y añadió - Como ella se entere de esto, le romperá el corazón.-
  Por la forma en que gemía el ruso, no iba a ser lo único roto aquella noche.
 
 

* Machaca: Interno subordinado, que realiza pequeñas tareas para el kíe, que es como se denomina a los internos dominates-

 * Quilar: Follar.
 


Comentarios

  1. Puedes incluir un glosario? hay terminos con los que no estamos familiarizados...gracias

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  2. Qué bueno!!!
    De aquí a guionista de cine.

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  3. Gracias a las dos. Editaré la entrada para incluir ese glosario.

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  4. "...comprobar, principalmente, que no hay una cuerda hecha de sábanas atadas colgando de una ventana con los barrotes serrados." jajajajajajaja

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  5. Muy bueno, si señor, te has ganado otro lector

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    1. ¡Gracias! No sé por qué, pero en un par de días este blog ha ganado muchos lectores. Espero estar a la altura...

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