Pasado oscuro

 Hoy, en nuestra serie 'Confesiones en la cabina del funcionario', una frase escuchada al azar hará evocar a nuestro protagonista algún aspecto de su pasado más sórdido.


 Me ha tocado llevar a un par de internos a pasar consulta a enfermería. Ayer no dormí demasiado bien, y se me ocurrió que, mientras la doctora los atendía, no pasaría nada por sentarme en una silla de una habitación vacía, contigua a la sala de espera de internos. Desde ahí, intentando echar una cabezada, pude oír sin querer la conversación que mantenían dos de ellos. Al principio sin prestar demasiada atención, pero eso cambió después de la primera frase que capté. Rápido veréis el motivo.

- ¿Y quién te lo metió?

- Pues me lo metió don Jaime, el encargado del 5.

- Qué cabrón. 

- No, bueno, si. Pero me advirtió de que me lo iba a meter con tiempo, así que no fue ninguna sorpresa.-


Y aquí me entró el bajón, un bajón causado al hacerme una pregunta que llevaba muchos años sin hacerme. No, la pregunta no es ¿qué le habré metido yo a este tío?, porque en la relación interno-funcionario ante esa pregunta solo cabe una respuesta.*

El bajón vino por un recuerdo de hace más de veinte años, de la única época de mi vida en la que no tenía pareja, ni trabajo, ni puta idea de qué iba a ser de mi vida. Una época que pasé hidratandome para afrontar retos futuros (o más bien para esquivarlos) y en la que, en más de una ocasión, me encontré un domingo duchandome por tercera vez en la misma tarde, hecho un ovillo en la esquina de la bañera. Pretendiendo que el agua fría borrase  de mí el olor del perfume de una desconocida y que a la vez despejase mi mente lo bastante como para aclarar el vacío de la noche anterior y contestar a la pregunta, ¿Y A QUIÉN SE LO HE METIDO?. 


*Un parte. Lo único que un funcionario le puede meter a un interno es un parte. Por cierto, después vi al interno y es uno al que el mes pasado advertí dos veces que no lanzase objetos del patio de su módulo al de al lado. A la tercera fue la vencida.


P.S. Estos relatos son ficción. Mi juventud no ha sido tan interesante, os lo aseguro.

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