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Papichulo

 Este año estoy de encargado (en funciones) de un módulo de respeto. En estos módulos, creo que ya os he hablado de ellos, se ubica a  internos que muestran un perfil positivo. Ausencia de partes disciplinarios, buena actitud, facilidad de socialización... Esas cosas.  A cambio, disfrutan de mayor libertad (pueden permanecer en celda más tiempo  sin obligación de bajar al patio, por ejemplo) y de la posibilidad de autogestionarse, hasta cierto punto, y de pasar su tiempo de condena de una forma más llevadera. Vaya, sin que el que tienes detrás en la cola de la comida te apuñale por no haberle dado un pitillo. Para mí, como funcionario, es un chollo. No tengo que subir a las celdas a vigilar la apertura y el cierre a la mañana, mediodía y noche, por ejemplo. Más internos  en sus celdas (si bien que de manera voluntaria) significa menos internos en el patio, o sea menos conflictos.  Y si además tienes un responsable de módulo, que es un interno nombrado por e...

Intermedio

  Sobre la cárcel arrecia el aguanieve. La mayor parte de los internos han preferido quedarse en sus celdas y no salir al patio, así que en la cabina de los funcionarios estamos relativamente tranquilos. Y como hace un frio que pela, nos aburrimos, y además se da la poco frecuente circunstancia de estar prestando servicio cinco funcionarios varones ninguno de los cuales tiene ni puta idea de fútbol, pues Lino , uno de nosotros, intenta animar la conversación hablándonos de la chica más guapa que frecuenta en verano la piscina de su urbanización. - A ver, pues describela un poco. ¿Rubia, morena?- - Es morena, - empieza Lino. Lino es un turolense muy gracioso, que se parece a José Sazatornil pero en joven. Si es que es posible parecerse a José Sazatornil en joven, que esa es otra- y en verano lleva siempre un trapo atado en la cabeza, así en plan años 50. Y algún tatuaje. Y físicamente es perfecta, está tan bien que a mi realmente no me atrae... O no me atraería si no fuera por su ...

Familia Extendida

    No se acababa de estar a gusto en el patio.   En medio de aquel páramo manchego, en aquella precisa mañana de otoño, pensaba Salva, si te quedabas a la sombra del alero de metal te acababas resfriando. La otra opción era ponerse al sol, claro. El sol brillaba alto en el cielo, hacía daño sólo mirar su reflejo en el hormigón de las paredes. Pero al sol no aguantabas más de diez minutos sin despojarte del forro polar por el calor. Y era un calor engañoso. Porque el aire, en realidad, estaba frío, y cualquier corriente inesperada te podía acabar causando una pulmonía. O el covid ese, y Salva sintió un escalofrío, un poco porque en ese momento preciso estaba en una zona de sombra, pero sobre todo porque para una persona como él, con los bronquios quemados por el amoniaco de fumar bases, el contagio de coronavirus, o la pulmonía, se podrían convertir muy fácilmente en una condena a muerte. Tenía que proteger sus pulmones.  Salva apretó el paso en su órbita por el inte...