Asamblea

- Don Jaime, vamos a hacer la asamblea. ¿Va a asistir a ella?.-
 

 Es una pregunta que no admite un 'no' por respuesta. Acudir a la asamblea no es obligatorio, pero es verdad que debería haber un funcionario en ella. Y, en vista de que el Educador del módulo, que es quien debería estar ahí, no ha hecho acto de presencia todavía, me parece que me ha tocado la china.

 - Si, claro. Ahora voy.- No me tomo ni la molestia de fingir una sonrisa, lo tengo que confesar. Las nueve de la mañana y ya me toca hacer el trabajo de otro. Como para poner buena cara.
 
Me levanto de mi silla, me prendo un 'walkie' del 
cinturón, y le pido a mi compañero de la botonera que me abra el portón de acceso al departamento. En la sala común, a la vez comedor y salón de actos, los casi setenta internos del módulo de respeto se distribuyen sentados en una especie de semicírculo ante los dos internos líderes del mismo.
Saludamos a todos. Nos contesta un murmullo sostenido.
 El interno responsable del módulo lee brevemente las incidencias cotidianas de la pasada jornada. Recuerda a todos que no se puede subir libremente a las celdas, que para las duchas hay unos turnos que se han de respetar... Ese tipo de cosas.  En la recta final del cónclave, como en todas las reuniones humanas, anuncia un turno para ruegos y preguntas. Silencio. Y para terminar, invita a alguno de los participantes a aportar una frase con la que terminar el acto. Uno de los recién llegados al módulo se pone en pié y, con una media sonrisa que creo me dedica, suelta su ocurrencia.
-  El pastor será brutal mientras las ovejas sean dóciles.-
Todo el módulo me mira, a ver cómo encajo la pulla. Pero me cogen a mitad de un bostezo, y el momento resulta extrañamente embarazoso para todos.

Damos por concluida la asamblea, y regreso a mi cabina. Hago papeleos, pero no logro sacar de mi cabeza la frase. Ramón, el compañero de la botonera , rompe el silencio;
- ¿Qué, como ha ido la asamblea?-. Me giro hacia el, mientras me encojo de hombros.
- No sé. Me han soltado una frase en plan Paulo Coelho que, o no la he entendido bien, o nos estaban pidiendo que les demos más caña.-
- ¿Y eso?.- Le repito lo que me espetó el interno a modo de remate de la asamblea.
- Bueno,- me responde Ramón un instante después - esa frase se puede interpretar de varias maneras.-
- Es lo que tienen las frases de Paulo Coelho. Que las puedes interpretar como te salga de los cojones, por eso triunfan. Pero vamos, que para mí está claro que lo que quieren decir es que, si queremos que se porten bien, más vale que nos pongamos las pilas. -
Ramón tuerce un poco la boca hacia abajo, como dándome la razón sin ganas para zanjar el tema.


Pasa el tiempo.  Dan las once en punto. Hora del almuerzo. Ramón saca una bolsa de pequeños cruasanes que compró recién hechos en la panadería de debajo de su casa, de camino al trabajo. Están buenos.

 Apenas ha abierto la bolsa de la bollería cuando entra por la puerta de la cabina el educador. No falla, el cabrón. Tiene un sexto sentido para la comida, y una soltura casi insolente para acoplarse a comer por la cara. Es admirable.
El educador devora un cruasán de un solo bocado. Sin acabar de tragarlo, me interpela; 
 - ¿Qué tal ha ido la asamblea?-. No me corto.
- Han venido a decir que eres una maricona, más o menos.- El educador se echa a reír, pero su buen humor se corta como la mayonesa cuando ve que hablo en serio. Mira a Ramón. Ramón asiente en silencio, con cara de enterrador.
El educador se pone en pié de un respingo, y se lanza en tromba hacia la puerta de la cabina, rojo de ira. A medio camino se lo piensa mejor, vuelve a la mesa, coge dos minicruasanes y, ahora sí, se dirige hacia el módulo como un ciclón.

Ramón y yo no podemos dejar de reír. Ahí tienen al funcionario brutal. 
Que le vaya a gorronear cruasanes a su puta madre.




Comentarios

  1. don antonio salgado nolasco....¿un giuseppe di noi de la actualidad?

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Próspero año nuevo

Fútbol y poesía.