El hombre del norte.

 Pues aquí estoy, de vuelta en la cabina del funcionario. Había salido un momento a ver como cae la lluvia (y qué manera de caer, señores. Noé estaba ya a punto de levar anclas) cuando un gitano ha aprovechado para pedirme que lo borre de la lista de asistencia al culto evangélico.

Antes de que me diese tiempo a preguntar por qué (tampoco iba a hacerlo, me da bastante igual) me ha comunicado que había decidido abrazar la religión vikinga. 

He acertado a felicitarle por su decisión porque, estando lejos de su esposa, me parecía lo más coherente. No ha entendido por qué se lo he dicho.

Mejor para todos.


A ver si me entero de qué va eso de la religión vikinga.


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