Malas Noticias.
Después de unos días de descanso, hoy he vuelto al trabajo. Me han puesto en un módulo en el que no trabajo nunca y que no sé como funciona, supongo que para mantenerme alerta. Y además, de encargado. Para mi que los de personal juegan al despiste. Así que me he personado en el módulo de Respeto. El módulo de Respeto se llama así porque... Bueno, ni idea. No se me ocurre ningún motivo por el que le hayan puesto ese nombre. Pero es que a mí al oír la palabra 'respeto' la imagen que me viene a la cabeza es un rapero negro y cargado de oro, con los brazos cruzados y mirándome como si me estuviera perdonando la vida.
Lo que sí que es cierto es que los módulos de respeto tienen un régimen de vida diferente al de los otros. Cuando te encierran en una cárcel, no sólo te quitan la libertad para salir al exterior. Una vez dentro, tus horarios y tu movimiento dentro del centro van a estar controlados en todo momento. A una hora determinada vas a tener que estar en el patio, a otra en tu celda. Las normas del centro dictan cuando te despiertas y cuando deberías dormir. Cuándo comes y, si me apuras, hasta cuando debes cagar.
En el módulo de Respeto eso se relaja. Los internos circulan libremente por el módulo, organizan sus turnos de limpieza y, de alguna manera, se controlan unos a otros. Gran idea, porque así me liberan de parte de mi carga de trabajo. Pero vaya, que ya me diréis que tiene esto que ver con el respeto. En fin.
Y ahí estaba yo esta tarde, reclinado en mi silla y con los pies encima de la mesa, dedicado a la muy noble tarea de la observación penitenciaria. Y como no podía ser de otra manera, han venido a interrumpirme. En esta ocasión ha sido Jose, un Educador. Si ya de por sí el Educador es una de las especies más esquivas de la fauna de intramuros, ver uno en un día como hoy, que es medio festivo como todas las navidades, y por la tarde, me ha hecho bizquear de la sorpresa. Iba a soltarle alguna chorrada ingeniosa, en la medida de mis posibilidades, pero la gravedad de su rostro me ha hecho ahorrarme el esfuerzo.
- ¿Que haces por aquí?-
- ¿Está en este módulo Picón?- Que no sé para qué lo pregunta. Si se ha metido la pateada hasta este puto agujero, quiero pensar que no ha sido tan tonto como para no comprobarlo antes. Esto me lo callo, claro. Buen rollito que estamos en Navidad.
- Pues ni idea. Yo no curro aquí muy a menudo. Pero ahora mismo lo llamamos por megafonía.-
Dos minutos y una llamada por megafonía más tarde, Picón se encuentra ante nosotros, con una cierta alegría expectante. Normalmente, cuando un educador viene a notificarte algo suelen ser buenas noticias. Las malas nos las encajan a nosotros, diciendo que las entreguemos que tienen prisa. Reparto de tareas.
Pero la expresión de Jose dejaba poco espacio para el optimismo. Fue al grano.
- Picón, tengo que darte una mala noticia. Nos acaba de llamar tu familia para decirnos que tu abuelo acaba de fallecer.-
Picón pareció perder cinco kilos de golpe. Sus mejillas se hundieron, y se hubiera caído de culo de no estar yo detrás de él para acercarse una silla. Conseguí mantener así el dramatismo que la escena requería.
- Pero... no puede ser.- Nos miró, esperando que le dijésemos que no, que era un error. Callamos, limitándonos a bajar los ojos para evitar que su mirada se cruzase con las nuestras. Poco más podíamos añadir.
- Mi abuelo, ¡que me crió como a un hijo!.- Empezó a sollozar. -Pero si estaba perfectamente, ¿Que le ha pasado?.-
- No lo sé, Picón. No me han dicho nada.- Picón enterró su cara entre las manos, apoyando los codos en las rodillas. Jose continuó.
-Acabo de hablar con el Subdirector de Seguridad. Vamos a ponernos en contacto con la Guardia Civil para que te lleven a Elche lo antes posible y puedas asistir al entierro.-
Picón levantó la cara. Estaba confundido, saltaba a la vista.
- A Elche... ¿Y que voy a hacer yo en Elche?- Jose dudó.
- Bueno... es donde me han dicho que estaba hospitalizado.-
- ¿Y que coño hacía mi abuelo hospitalizado el Elche, si no ha salido de Málaga en su vida?-
Jose no sabía qué decir. Yo... Yo de repente si. Me tapé los ojos con la mano derecha, y me pellizqué el ceño, justo encima de la nariz.
- Jose, ¿Buscas a Picón Fernández o a Picón Frutos?-
- A Picón Fernández.-
- Ya. Pues adivina qué Picón es este.- Picón Frutos nos escuchaba, girando la cabeza a un lado y a otro según hablábamos. Pasó de la desesperación al alivio y al cabreo en menos de cinco segundos.
- ¿O sea que mi abuelo está bien?-
- Supongo que sí. - Jose estaba rojo como un tomate.- Me he confundido. Lo siento.- Se largó sin despedirse. Picón me miró.
- Espero que esto no haya sido una inocentada.- La verdad es que ni me acordaba de que hoy era el día de los inocentes. Casi me da la risa, pero no era el momento. Picón estaba a punto de enfadarse en serio, y no le faltaban motivos.
- Mira lo rojo que se ha puesto, hombre. ¿Crees que lo iba a fingir?.
Picón se ha marchado, no muy convencido.
Que coño, debería estar contento. Tal y como está terminando el 2016, que tu abuelo NO haya muerto es una noticia cojonuda.
Lo que sí que es cierto es que los módulos de respeto tienen un régimen de vida diferente al de los otros. Cuando te encierran en una cárcel, no sólo te quitan la libertad para salir al exterior. Una vez dentro, tus horarios y tu movimiento dentro del centro van a estar controlados en todo momento. A una hora determinada vas a tener que estar en el patio, a otra en tu celda. Las normas del centro dictan cuando te despiertas y cuando deberías dormir. Cuándo comes y, si me apuras, hasta cuando debes cagar.
En el módulo de Respeto eso se relaja. Los internos circulan libremente por el módulo, organizan sus turnos de limpieza y, de alguna manera, se controlan unos a otros. Gran idea, porque así me liberan de parte de mi carga de trabajo. Pero vaya, que ya me diréis que tiene esto que ver con el respeto. En fin.
Y ahí estaba yo esta tarde, reclinado en mi silla y con los pies encima de la mesa, dedicado a la muy noble tarea de la observación penitenciaria. Y como no podía ser de otra manera, han venido a interrumpirme. En esta ocasión ha sido Jose, un Educador. Si ya de por sí el Educador es una de las especies más esquivas de la fauna de intramuros, ver uno en un día como hoy, que es medio festivo como todas las navidades, y por la tarde, me ha hecho bizquear de la sorpresa. Iba a soltarle alguna chorrada ingeniosa, en la medida de mis posibilidades, pero la gravedad de su rostro me ha hecho ahorrarme el esfuerzo.
- ¿Que haces por aquí?-
- ¿Está en este módulo Picón?- Que no sé para qué lo pregunta. Si se ha metido la pateada hasta este puto agujero, quiero pensar que no ha sido tan tonto como para no comprobarlo antes. Esto me lo callo, claro. Buen rollito que estamos en Navidad.
- Pues ni idea. Yo no curro aquí muy a menudo. Pero ahora mismo lo llamamos por megafonía.-
Dos minutos y una llamada por megafonía más tarde, Picón se encuentra ante nosotros, con una cierta alegría expectante. Normalmente, cuando un educador viene a notificarte algo suelen ser buenas noticias. Las malas nos las encajan a nosotros, diciendo que las entreguemos que tienen prisa. Reparto de tareas.
Pero la expresión de Jose dejaba poco espacio para el optimismo. Fue al grano.
- Picón, tengo que darte una mala noticia. Nos acaba de llamar tu familia para decirnos que tu abuelo acaba de fallecer.-
Picón pareció perder cinco kilos de golpe. Sus mejillas se hundieron, y se hubiera caído de culo de no estar yo detrás de él para acercarse una silla. Conseguí mantener así el dramatismo que la escena requería.
- Pero... no puede ser.- Nos miró, esperando que le dijésemos que no, que era un error. Callamos, limitándonos a bajar los ojos para evitar que su mirada se cruzase con las nuestras. Poco más podíamos añadir.
- Mi abuelo, ¡que me crió como a un hijo!.- Empezó a sollozar. -Pero si estaba perfectamente, ¿Que le ha pasado?.-
- No lo sé, Picón. No me han dicho nada.- Picón enterró su cara entre las manos, apoyando los codos en las rodillas. Jose continuó.
-Acabo de hablar con el Subdirector de Seguridad. Vamos a ponernos en contacto con la Guardia Civil para que te lleven a Elche lo antes posible y puedas asistir al entierro.-
Picón levantó la cara. Estaba confundido, saltaba a la vista.
- A Elche... ¿Y que voy a hacer yo en Elche?- Jose dudó.
- Bueno... es donde me han dicho que estaba hospitalizado.-
- ¿Y que coño hacía mi abuelo hospitalizado el Elche, si no ha salido de Málaga en su vida?-
Jose no sabía qué decir. Yo... Yo de repente si. Me tapé los ojos con la mano derecha, y me pellizqué el ceño, justo encima de la nariz.
- Jose, ¿Buscas a Picón Fernández o a Picón Frutos?-
- A Picón Fernández.-
- Ya. Pues adivina qué Picón es este.- Picón Frutos nos escuchaba, girando la cabeza a un lado y a otro según hablábamos. Pasó de la desesperación al alivio y al cabreo en menos de cinco segundos.
- ¿O sea que mi abuelo está bien?-
- Supongo que sí. - Jose estaba rojo como un tomate.- Me he confundido. Lo siento.- Se largó sin despedirse. Picón me miró.
- Espero que esto no haya sido una inocentada.- La verdad es que ni me acordaba de que hoy era el día de los inocentes. Casi me da la risa, pero no era el momento. Picón estaba a punto de enfadarse en serio, y no le faltaban motivos.
- Mira lo rojo que se ha puesto, hombre. ¿Crees que lo iba a fingir?.
Picón se ha marchado, no muy convencido.
Que coño, debería estar contento. Tal y como está terminando el 2016, que tu abuelo NO haya muerto es una noticia cojonuda.
jeje, como inocentada un poco jevy...
ResponderEliminarsupongo q lo de respeto será hacia los presos, pq así viven un poco más como personas ya q según cuentas la prisión debe ser inaguantable
Hola Cliente X. Ante todo, gracias por tomarte la molestia de leer mi blog y comentarlo.
EliminarEl módulo de Respeto implica un mayor control de los internos sobre el régimen que se observa en el mismo. Los internos colaboran en la redacción de normas, crean equipos de trabajo, y se supervisan a sí mismos. Por otro lado, el nivel de exigencia en cuanto a orden y disciplina es mayor en estos módulos que en otros normales. Supongo, un poco más en serio, que el respeto se refiere tanto a la disciplina del módulo, como a los compañeros y en buena medida a uno mismo.