Same energy
Jaime y Jorge esperan en el coche, a la puerta del Centro Penitenciario. Juan tarda en salir. Como todos los Centros Penitenciarios relativamente nuevos, lo edificaron en el quinto pino. Donde no haya vecinos que se opongan a la construcción del mismo, y donde además el terreno es barato. Todo ventajas. Menos para los funcionarios, claro. El trayecto es largo, la gasolina es cara, y se impone compartir coche. Inconveniente: Sólo te vas cuando sale el último, y siempre se retrasa alguien. Hoy, Juan. Más de veinte minutos. Finalmente lo ven cruzar la pasarela de salida. Dos minutos más tarde, entra en el asiento trasero del coche. - Bueno, ya estamos los tres...- anuncia Jaime, como si hiciera falta. La mirada de Juan le atraviesa la cabeza hasta fijarse en un punto imaginario, muy alejado de su cogote. Iba a hacer el chiste, 'los tres sobrinitos', pero se calló a tiempo. A Juan no le hacía ni puta gracia. Jorge arrancó por fin. - ¿Que pasó?- Preguntó por fin el conductor.