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Mostrando entradas de febrero, 2018

Narco X

En el módulo de enfermería, las cosas fueron rápido. Se presentó al funcionario, un cincuentón escuálido con un grueso bigote amarillo por el tabaco y unas gruesas ojeras violetas por la falta de sueño. Tenía un aspecto igual de malo o peor que cualquiera de los internos que pasaron a su lado, y de no ser por el uniforme, hubiera sido fácil confundirlo con uno de ellos.  El funcionario encargado del departamento de enfermería le tomó la filiación, y le ordenó que pasara a una sala de espera. Poco después, un auxiliar de enfermería le hizo pasar a una consulta, donde una doctora le preguntó cuatro cosas referentes a su estado de salud, lo auscultó, hizo un par de anotaciones en su expediente, y lo despidió. Fuera, en la sala de espera, el interno ordenanza del módulo le acompañó hasta una celda en la que, dentro de un saco negro de plástico, encontró todas sus pertenencias. El ordenanza lo dejó sólo, y se acabó.   Jaramillo pasó unos minutos revisando el contenido de la bolsa, no f

Narco IX

  El 'canguro' llegó a la prisión a primera hora de la tarde. El cabo primero abrió la puerta y tiró de las esposas de Jaramillo, un poco para ayudarle, pero sobre todo para animarle a bajar. Porque, Jaramillo ya lo había aprendido en aquellas últimas semanas, unas esposas apretadas pueden ser un adorno muy doloroso cuando alguien te las retuerce un poco. Así que se dio prisa en ponerse en pie, y bajó del furgón para dirigirse al módulo de ingresos. Entró, apoyó el pulgar derecho en el lector óptico del SIA cuando se lo indicó el funcionario, y su estado en el sistema informático pasó de 'hospital' a 'ingresado'.    El funcionario de ingresos firmó la hoja de conducción que le había entregado el Guardia Civil a su llegada, y en menos de un minuto el furgón celular se puso en marcha, a seguir con su ruta. La rubia no se bajó. Jaramillo se quedó pensando si la llevarían a un Centro Penitenciario de mujeres. Quizá la idea de travestirse no fuese tan descabellada

Narco VIII

  Esposado en el 'canguro', mientras esperaba ser devuelto al Centro Penitenciario, Jaramillo se devanaba los sesos buscando la manera de conseguir el traslado a un Hospital Penitenciario. Un lugar menos hostil, imaginaba él, donde pasar los largos años que le quedaban de condena sin sentirse amenazado por el resto de internos, por esa gentuza que no estaba dispuesta a dejarse mangonear de la manera que a él le habría gustado.  El furgón celular llevaba casi media hora esperando en el aparcamiento del hospital. Jaramillo no podía dejar de preguntarse por qué, pero no tenía a quién preguntar para salir de dudas y, aún en caso de tenerlo, muy posiblemente no se habría atrevido a decir nada. Sus últimas relaciones con otros seres humanos habían resultado bastante menos que satisfactorias, y la verdad es que en esos últimos días, se había convertido en una persona mucho más taciturna de lo que solía ser habitual en él. Finalmente, más por aburrimiento que por curiosidad, se deci