Próspero año nuevo
Cuando nos toca trabajar en nochevieja adelantamos un poco la hora de entrada. Treinta minutos, para ser precisos. A las 20:30 en vez de a las 21:00. La razón de ello es dar un poco más de tiempo a los salientes de tarde para reunirse con sus familias, puesto que en el fondo a los entrantes de servicio teóricamente ya se nos ha jodido la noche. El caso es que a mi, aquel día poco me importó, porque la noche ya se me habia jodido fuese como fuese. Destinado como estaba en aquella prisión de La Mancha, a más de quinientos kilómetros de mi casa, aunque esa noche la hubiese librado no tenía ningún plan apetecible con el que adornarla. Eso y el hecho de figurar en el libro de servicios como encargado del módulo de ingresos, con menos de diez internos bajo mi custodia, me invitó a hacer de la necesidad virtud. Me llevé en la mochila tres botellas de vino y unos cuantos vasos de plástico y me propuse brindar por el nuevo año con la compañía más canalla que en mi vida había juntado. Y no es