In itinere
Ayer por la mañana, mientras me dirigía a mi centro de destino y a la altura de Las Navas de San Antonio, me pararon en un control de la Guardia Civil. Los coches íbamos pasando en una hilera ralentizada por conos y demás parafernalia y, cuando el Guardia me vio, no dudó en indicarme con el dedo que me echase a un lado. Lo normal, pensé, con estos pelos y esta barba. Aunque, mientras detenía mi mugroso Alfa en el arcén, caí en la cuenta de que hace meses que me corté el pelo, y que hoy barba la llevan hasta algunas mujeres. 'Bueno', me dije, 'se ve que aún conservo un cierto deje canalla'. Y una leve sonrisa se asomó a mis labios. En esas estaba pensando yo cuando el agente encargado del operativo se acercó a la ventana y me pidió mi carnet de conducir y los papeles del vehículo. Mientras los comprobaba, le pregunté si me podía bajar del coche y aprovechar la parada para estirar las piernas. Él me indicó que sí con un gesto y, en cuanto salí, me devolvió mi documenta