Via Crucis
Nunca he sido una persona religiosa. No digo ya creyente, que tampoco, sino religiosa. En mi casa nadie lo era, y más allá de hacer la primera comunión, que era más que un sacramento un evento social, o las veces que me hicieron rezar en el colegio, mi contacto con la Iglesia y sus ritos ha sido absolutamente inexistente. 'No tiene nada de raro', pensaréis muchos de vosotros, 'hoy hay mucha gente que no va a misa'. Bueno, pues creo que os equivocáis. La mayoría de gente que conozco, por atea o agnóstica que sea o se declare, posee cierto conocimiento de la religión, aunque sea tan sólo de su aspecto formal, como reconocer el sonido de las campanadas cuando tocan a muerto, o por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año , o... yo que sé, de qué color es la casulla de la misa de mártires . Casi todo el mundo tiene o ha tenido un pariente devoto, que le ha instruido en los rudimentos de la fe, aunque simplemente fuese cambiándole el bocata de chorizo por uno de No